viernes, 31 de marzo de 2017

“Lujuria”, de Agustín García Meana.


“Lujuria”, de Agustín García Meana.


Agustín García Meana. Gijón, 1976. Cursó estudios de Diplomado en Ciencias Empresariales y, posteriormente, de Licenciado en Economía y Administración y Dirección de Empresas. Aficionado a la escritura desde niño, no es hasta hace un año y medio cuando decide presentar sus relatos a concursos y certámenes. Escribe aquello que le gustaría leer. En la actualidad se encuentra centrado en el género negro, los relatos y la participación en revistas literarias. Ha publicado las novelas Quinquis (Editorial Digital Cassandra21, 2013) y Ciudad Capital (Amarante, 2014), así como varios relatos incluidos en diversas antologías. En 2014 tiene previsto publicar otras dos novelas, Nueve milímetros (Asesino a sueldo) y Carretera nacional. Aquí puedes leer su relato Lujuria.

Lo nuevo de Alex de la Iglesia, en +Revista Calibre 38: El bar.

Lo nuevo de Alex de la Iglesia, en +Revista Calibre 38: El bar.
enteratehuaquillas2017.blogspot.com
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Cine: “El bar”


Teresa Suárez
“Bares, qué lugares
tan gratos para conversar.
No hay como el calor del amor en un bar”.

Puesto que la película va de bares y “movidas madrileñas”, no existía mejor manera de empezar esta reseña que con el estribillo de El calor del amor en un bar, una de las canciones más emblemáticas y castizas de Gabinete Caligari (y una de mis favoritas junto Camino Soria y La culpa fue del chachachá).
Plaza de los Mostenses, en pleno centro de Madrid. Una dueña que da miedito; un expolicía; un hombre de negocios venido a menos; un publicista cuyo intento de parecer un moderno hipster lo asemeja más a un integrista musulmán; un ama de casa adicta a las tragaperras; un oficinista con prisa; un empleado municipal de la limpieza; un desconocido que, entre toses y puses, entra corriendo para usar el lavabo; una pija, superagobiada de la muerte porque se ha quedado sin batería, que no debería estar allí; un camarero de esos que ya no quedan y un sin techo alcohólico y medio loco que anuncia a gritos el fin del mundo… A primera hora de la mañana el grupo de habituales, y algún que otro espécimen raro, entre chanzas y puyas desayuna, o al menos lo intenta, en el Bar Amparo.
El oficinista llega tarde. Sale del establecimiento y recibe un tiro en la cabeza. Aunque sigue vivo nadie se atreve a socorrerlo. Cuando el basurero decide salir para prestarle ayuda también es abatido de un disparo. A partir de ese momento, mientras en el exterior reina una calma chicha, el terror se desata en el interior del local. El fuerte (que no siempre es el que sobrevive) oprime al débil y éste, llevado al extremo, se descubre capaz de las mayores bajezas y heroicidades.
Nada más empezar, cuando me di cuenta de lo que eran esas caleidoscópicas imágenes que flotaban en la cabecera mecidas por la música, sentí una primera y premonitoria vaharada de asco. Varias veces al borde de la arcada profunda, pero dando gracias porque entre los efectos especiales aún no figure la percepción olorosa, a medida que avanza la película una se pregunta si realmente era necesario tanto revolcamiento escatológico. Al final creí entender el motivo: es una metáfora sobre la dualidad del hombre.
En condiciones normales, diariamente nos movemos cubiertos con asépticas mascaras que, a base de años de esfuerzo y entrenamiento, les dicen a los demás quienes somos antes de que nos conozcan. Pero cuando las circunstancias cambian y nos enfrentamos a situaciones límite, mandamos los convencionalismos al carajo y la amabilidad en el trato es sustituida automáticamente por un brutal instinto de supervivencia. Es entonces cuando toda la mierda emerge a la superficie y sepulta cualquier rasgo de humanidad.
La película, no les voy a engañar, es bastante irregular. Pero a diferencia de algunos críticos que califican su arranque como brillante y reniegan de su continuación, yo defiendo lo contrario. Al principio me costó empatizar con los parroquianos del Bar Amparo, pero después me dejé arrastrar por tanta locura y caos.
Es cierto que pronto se desvela el misterio de lo que ocurre, pero es que en este thriller costumbrista la ansiedad y el suspense no residen en el qué ni en el por qué (¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué quieren matarnos?) sino en el cómo y sobre todo en el quién (¿Cómo vamos a salir de aquí? ¿Quién de nosotros sobrevivirá?).
En medio de tal paroxismo (plagado de violencia, momentos claustrofóbicos y ese humor macabro y bestia marca de la casa), los personajes van desfilando ante el espectador. Unos apenas dejan huella en la retina. A otros, por excesivos, como el mendigo mesiánico los detestas casi desde el principio (y eso que con sus canticos religiosos me eché unas risas recordando una etapa de mi juventud en la que junto a varias compañeras me divertía pensando en crear un irreverente grupo llamado “New religión & The Pilinguis Girls” especializado en versionar canciones de misa a ritmo de rock). Alguno, como la pija interpretada por Blanca Suárez (a la que Alex de la Iglesia, en un claro homenaje al maestro Hitchcock que tanto disfrutaba torturando a rubias sofisticadas y altaneras, no deja de maltratar en toda la película), te sorprende gratamente. Y luego está el maravilloso Secun de la Rosa, el mejor de todos, metido en la piel de ese camarero sencillo cuya elocuencia, nacida de un momento de desesperación, es capaz de conmoverte profundamente en medio de tanta porquería y miseria.



tan gratos para conversar.
No hay como el calor del amor en un bar”.
Puesto que la película va de bares y “movidas madrileñas”, no existía mejor manera de empezar esta reseña que con el estribillo de El calor del amor en un bar, una de las canciones más emblemáticas y castizas de Gabinete Caligari (y una de mis favoritas junto Camino Soria y La culpa fue del chachachá).
Plaza de los Mostenses, en pleno centro de Madrid. Una dueña que da miedito; un expolicía; un hombre de negocios venido a menos; un publicista cuyo intento de parecer un moderno hipster lo asemeja más a un integrista musulmán; un ama de casa adicta a las tragaperras; un oficinista con prisa; un empleado municipal de la limpieza; un desconocido que, entre toses y puses, entra corriendo para usar el lavabo; una pija, superagobiada de la muerte porque se ha quedado sin batería, que no debería estar allí; un camarero de esos que ya no quedan y un sin techo alcohólico y medio loco que anuncia a gritos el fin del mundo… A primera hora de la mañana el grupo de habituales, y algún que otro espécimen raro, entre chanzas y puyas desayuna, o al menos lo intenta, en el Bar Amparo.
El oficinista llega tarde. Sale del establecimiento y recibe un tiro en la cabeza. Aunque sigue vivo nadie se atreve a socorrerlo. Cuando el basurero decide salir para prestarle ayuda también es abatido de un disparo. A partir de ese momento, mientras en el exterior reina una calma chicha, el terror se desata en el interior del local. El fuerte (que no siempre es el que sobrevive) oprime al débil y éste, llevado al extremo, se descubre capaz de las mayores bajezas y heroicidades.
Nada más empezar, cuando me di cuenta de lo que eran esas caleidoscópicas imágenes que flotaban en la cabecera mecidas por la música, sentí una primera y premonitoria vaharada de asco. Varias veces al borde de la arcada profunda, pero dando gracias porque entre los efectos especiales aún no figure la percepción olorosa, a medida que avanza la película una se pregunta si realmente era necesario tanto revolcamiento escatológico. Al final creí entender el motivo: es una metáfora sobre la dualidad del hombre.
En condiciones normales, diariamente nos movemos cubiertos con asépticas mascaras que, a base de años de esfuerzo y entrenamiento, les dicen a los demás quienes somos antes de que nos conozcan. Pero cuando las circunstancias cambian y nos enfrentamos a situaciones límite, mandamos los convencionalismos al carajo y la amabilidad en el trato es sustituida automáticamente por un brutal instinto de supervivencia. Es entonces cuando toda la mierda emerge a la superficie y sepulta cualquier rasgo de humanidad.
La película, no les voy a engañar, es bastante irregular. Pero a diferencia de algunos críticos que califican su arranque como brillante y reniegan de su continuación, yo defiendo lo contrario. Al principio me costó empatizar con los parroquianos del Bar Amparo, pero después me dejé arrastrar por tanta locura y caos.
Es cierto que pronto se desvela el misterio de lo que ocurre, pero es que en este thriller costumbrista la ansiedad y el suspense no residen en el qué ni en el por qué (¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué quieren matarnos?) sino en el cómo y sobre todo en el quién (¿Cómo vamos a salir de aquí? ¿Quién de nosotros sobrevivirá?).
En medio de tal paroxismo (plagado de violencia, momentos claustrofóbicos y ese humor macabro y bestia marca de la casa), los personajes van desfilando ante el espectador. Unos apenas dejan huella en la retina. A otros, por excesivos, como el mendigo mesiánico los detestas casi desde el principio (y eso que con sus canticos religiosos me eché unas risas recordando una etapa de mi juventud en la que junto a varias compañeras me divertía pensando en crear un irreverente grupo llamado “New religión & The Pilinguis Girls” especializado en versionar canciones de misa a ritmo de rock). Alguno, como la pija interpretada por Blanca Suárez (a la que Alex de la Iglesia, en un claro homenaje al maestro Hitchcock que tanto disfrutaba torturando a rubias sofisticadas y altaneras, no deja de maltratar en toda la película), te sorprende gratamente. Y luego está el maravilloso Secun de la Rosa, el mejor de todos, metido en la piel de ese camarero sencillo cuya elocuencia, nacida de un momento de desesperación, es capaz de conmoverte profundamente en medio de tanta porquería y miseria.
La apocalíptica escena final, en plena Gran Vía, resulta estremecedora.
¿Qué es El Bar?
Una tragicomedia negra más o menos brillante.
¿A qué aspira El Bar?
A ser un perturbador retrato surrealista, plagado de formas distorsionadas y excesos, que busca revelar aquello que el hombre tan celosamente oculta: su lado monstruoso.
¿Lo consigue?
A veces sí, a veces no (Julio Iglesias dixit), pero, obviando las ganas de vomitar que me produjeron algunas escenas, les confieso que disfrute viéndola (ataque de risa incluido).

domingo, 26 de marzo de 2017

Ya puedes comprimir tus imágenes con el nuevo algoritmo Guetzli de Google



Si estás interesado en utilizar el nuevo método de compresión de imágenes Guetzli, te mostraremos a continuación cómo hacerlo en simples pasos.
Hace unas semanas contamos sobre el nuevo algoritmo de compresión de imágenes Guetzli desarrollado por Google. Desde la gran G, nos advertían que al utilizar Guetzli para comprimir nuestras imágenes, obtenemos archivos jpeg compatibles con todas las aplicaciones que soportan este formato, pero hasta un 35% más pequeños en comparación a los métodos actuales y sin sacrificar la calidad.
El problema es que este método es nuevo y son muy pocas las aplicaciones que permiten utilizarlo con facilidad, es por eso que hoy te presentamos la primer aplicación que soporta el método de compresión de imágenes usando Guetzli.
El programa se llama File Optimizer, y es uno que lleva rato ya en desarrollo —desde 2012 para ser exacto. Este software se centra en la optimización (a.k.a. compresión) sin pérdidas de todo tipo de archivos, sean estos documentos o archivos multimedias. Con File Optimizer obtenemos archivos de pequeño tamaño sin sacrificar su contenido gracias a una serie de optimizaciones y algoritmos. Claro, Guetzli no entra en esta calificación porque se trata de un algoritmo de compresión con pérdidas. Sin embargo, el desarrollador ha decidido incluirlo y dejarnos la posibilidad de poder activarlo si lo deseamos.
Entonces, ¿cómo activamos Guetzli en File Optimizer?. Los pasos son muy sencillos.

  1. Descargamos e instalamos la última versión de File Optimizer. Abrimos y cerramos el programa para que se cree el archivo “fileoptimizer.ini”.
  2. Nos dirigimos a
    C:\users\tu_nombre_de_usuario_en_Win\fileoptimizer.ini
  3. Abrimos este archivo, puede ser con el Bloc de Notas, y localizamos el parámetro JPEGAllowLossy con el buscador y cambiamos su valor a verdadero quedando así:

Luego solo deberemos iniciar el File Optimizer, cargar las imágenes que vamos a comprimir, e iniciar el proceso de compresión. Guetzli es el método que File Optimizer utilizará siempre y cuando sea un archivo JPEG el que estamos optimizando.


En las pruebas que he realizado, la reducción en el peso de los archivos resultantes es de entre un 15-20% en promedio, lo cual no esta nada mal si tomamos en cuenta que la calidad de las imágenes se conserva muy bien y es difícil diferenciarla de una imagen comprimida con otros métodos.
Sin embargo, hay un gran punto débil en Guetzli y es que, tal como ya lo decía Google, la compresión con este nuevo algoritmo tarda mucho tiempo —hubieron momentos en los que pensé que el programa había crasheado pero no. Así que, cada quien valorará el uso de esta herramienta. Los resultados eso sí, justifican la espera.


sábado, 25 de marzo de 2017

Primer tráiler de Justice League

Ya llegó el primer tráiler de Justice League ¿qué les parece?


Tal como lo prometieron, por fin tenemos el primer tráiler de la película.
Desde el día jueves comenzó la publicidad para presentar el primer tráiler oficial de Justice League, recordemos que en la Comic-Con del año pasado ya habían mostrado algunas escenas.
En los teaser que sacaron para cada miembro de la Liga de la Justicia, vimos un poco más de cada uno de ellos, aunque el gran ausente sin duda es Superman aunque todos sabemos el por qué.
Aparte de ver a Batman, Aquaman, Wonder Woman, The Flash y Cyborg, también vemos a Mera, el comisionado Gordon y a la querida Lois Lane. La Liga se enfrentará a diversos enemigos, aunque los más poderosos serán los Parademons, claro que primero veremos como se unieron todos ellos.
Justice League – Parte 1 se estrena el 16 de noviembre, es dirigida por Zack Snyder y cuenta con las actuaciones de Ben Affleck, Jason Momoa, Gal Gadot, Ray Fisher y Ezra Miller.

viernes, 24 de marzo de 2017

"Liga de la Justicia"

"Liga de la Justicia"


Sinopsis: Alimentada por la fe restaurada del héroe en la humanidad e inspirada en el acto desinteresado de Superman, la Liga de la Justicia ve a Bruce Wayne pedir la ayuda de su nuevo aliado, Diana Prince, para enfrentarse a un enemigo aún mayor. Juntos, Batman y Wonder Woman trabajan rápidamente para encontrar y reclutar a un equipo de metahumanos para enfrentarse a esta amenaza recién despertada. Pero a pesar de la formación sin precedentes de esta liga de héroes (Batman, Mujer Maravilla, Aquaman, Cyborg y The Flash), puede ser ya demasiado tarde para salvar al planeta de un asalto de proporciones catastróficas.


Manuel Izquierdo Astudillo


"MAGNIFICA TARDE PRIMAVERAL"



Manuel Izquierdo Astudillo, pintor. Su vocación por el arte empieza cuando sus padres en épocas difíciles, se fueron a vivir a Guachanama, provincia de Loja.

miércoles, 22 de marzo de 2017

CÓMO SER MÁS PRODUCTIVO

Trata de tener esto siempre en tu escritorio para facilitarte el trabajo y el día.



Si trabajas en una oficina o haces home office, tu escritorio se convierte en tu segunda casa. Por eso, es igual de importante mantenerlo ordenado, limpio, con espacios determinados para cada cosa y no llenarlo de migajas de los panes que te comiste a media mañana. Además hay otros puntos igual de importantes que debes tener en tu escritorio que tal vez no estés considerando, pero que deberías empezar a hacerlo.
Audífonos de buena calidad. Tal vez uses los mismos audífonos que vienen en el kit de tu celular para escuchar música mientras estás trabajando ocho o nueve horas al día. Toma en cuenta que son muy duros y no cuentan con diseño ergonómico para que tus oídos resistan tanto tiempo sin que a la larga te lastimen. Por eso es una gran idea invertir en audífonos que tengan la forma que se ajuste a tu oreja y además no dañe tu oído interno.
Batería extra para tu celular. La cantidad de notificaciones que te llegan al celular, las llamadas, las redes sociales, el bluetooth y los mensajes hacen que la batería de tu cel se acabe de volada. No quieres estar a la mitad de tu jornada con 5% restante y esperando una llamada importante de tu jefe. Tienes que tener en tu escritorio una batería externa que te rescate cuando lo necesites.
Un libro inspiracional. Entiendo que no tienes todo el tiempo del mundo para ponerte a leer a medio día. Pero tener un libro con frases que te inspiren o con capítulos cortos que te den ideas para ser más creativo, o cómo calentar tu cerebro antes de empezar el día, te ayudará a ser mucho más productivo, y esos 10 minutos extras que te sentaste a leerlo valdrán cien por ciento la pena.
Una libreta de pendientes. La tecnología te da la facilidad de recordarte tus citas importantes y tareas que tienes que hacer durante el día. Pero no dejes a un lado lo tradicional y clásico de la libreta de notas. Cuando escribes a mano tus pendientes y los vas tachando conforme los vas cumpliendo, también es un ejercicio importante para el cerebro, e incluso harás que no se te vaya un solo pendiente.

Dahara Balcázar